Es impensable que en la cumbre de un cerro perdido en cualquier sierra existan construcciones tan mimetizadas con el medio que son casi invisibles. Son estructuras olvidadas desde hace 73 años. Túneles, zanjas, escaleras y refugios que formaban las trincheras de la Guerra Civil Española, elementos defensivos y ofensivos, de vigilancia y control de las sierras, pasos y caminos, que se conservan como testigos mudos de la vida y la muerte de centenares de personas en una triste etapa de la historia reciente de este país.
Los restos de estas construcciones, que en su mayoría están bien conservadas, formaban una extensa red de posiciones militares que ahora se han convertido en un nuevo atractivo para aquellos que gustan de conocer los espacios naturales y sus características biológicas e históricas, ya que llegar hasta estos lugares implica adentrarse en parajes con vistas privilegiadas y desde los que se divisan valles, montañas y caminos. Son espacios que se han conservado casi como cuando se construyeron gracias a que se encuentran en puntos ocultos y de difícil acceso, donde la naturaleza ha seguido su curso y no ha tenido impedimentos para su desarrollo.
El Parque Natural de la Sierra de Huétor posee un gran entramado de trincheras que pueden ser visitadas. La Asociación Alfanevada, dedicada a la promoción y puesta en marcha de proyectos de dinamización económica de la comarca donde se encuentra el parque natural, denominada Arco Noreste de la Vega de Granada, ha puesto en valor varios recorridos por trincheras de la Guerra Civil, algunos de ellos de un gran interés paisajístico e histórico.
Cuartel de José Antonio.
La posición está situada en la falda sur del centro de las Higuerillas. Las principales construcciones son cuatro habitaciones circulares de ladrillo y hormigón qué tenían una cúpula semiesférica. En la época se denominaban “albergues circulares de montaña para pelotón”. El interior incluía un banco donde descansaban las personas que componían el pelotón. En los laterales de la fortificación existe también un puesto de mando de planta rectangular y bóveda de medio cañón, con dos bancos y una chimenea, además de una cocina del mismo estilo. El agua se almacenaba en un depósito subterráneo de hormigón, situado muy cerca de uno de los albergues.
Trincheras de Cerro Calvero.
Las trincheras de Cerro Calvero están situadas en la sierra de la Alfaguara a 1456 metros de altitud. Allí podemos encontrar diferentes trincheras tanto subterráneas como en la superficie. La mayor parte del conjunto de trincheras están forradas con encofrados de hormigón. Desde allí hay unas buenas vistas de la zona noroeste del Parque Natural.
Trincheras de los Corralillos.
La posición se extiende por toda la cresta del cerro de los Corralillos. La cima del cerro está protegida por ocho puestos de observación, qué defienden los puntos más vulnerables. Cómo es habitual, son de forma circular o de media luna, con varias aberturas de vigilancia.
Justo por detrás y en los dos laterales existen dos refugios contra artillería, excavados y forrados con potentes muros de mampostería y hormigón. Por lo general, la piedra queda vista hacia el exterior en todas las construcciones, buscando que las estructuras se confundan con el medio natural. En el entorno existen varias cavidades y simas naturales, así como diversas minas abandonadas, qué fueron acondicionadas para servir de refugio o polvorín.
Trincheras de Alonso.
Al llegar al lugar encontramos una trinchera con dos muros de hormigón ligeramente volcados por la acción del tiempo y el empuje del terreno. Justo al lado se abre la entrada de una trinchera cubierta qué nos transporta a un puesto de observación y a un nido de ametralladora. La mayor parte del conjunto se puede visitar a través de la trinchera principal, en su desarrollo hacia uno de los puestos de observación y hacia un segundo ramal, forrado con encofrados de hormigón, que desemboca a su vez en el puesto de mando. Llama la atención el arco de herradura que decora el vano de acceso a este recinto y sus acondicionamientos, que dispone de chimenea y de un pavimento de cemento enlucido y decorado.
Avanzadilla de Nívar.
En el extremo oriental del Cerro de la Yedra destaca un promontorio alargado con caídas acusadas en algunas de sus laderas. El eje de la posición es una trinchera larga qué organiza toda la circulación. Desde ésta parten otras secundarias qué bajan por la vertiente sur del cerro, y que superan fuertes pendientes. La más representativa desemboca en un nido de ametralladora y conserva una pequeña parte de la cubierta que la protegió en su momento. Las demás trincheras terminan en pozos de tirador de diferente tipología y en la única habitación del enclave, muy deteriorada por el paso del tiempo. Completan la posición varios puestos de observación más a los qué se llega recorriendo un estrecho sendero qué bordea la ladera sur.
Trincheras Cerro de la Encina.
El asentamiento militar abarca una zona extensa, aunque la mayor concentración de instalaciones se encuentra en los dos salientes que destacan en la ladera está. La trama de trincheras cruza la cima en distintas direcciones y da cobertura a un total de trece puntos de observación, tiro y escucha. Las estructuras de vivienda se ubicaron al oeste, mientras que al otro lado se excavó una trinchera cubierta y una pequeña galería subterránea reforzada con encofrados de hormigón a modo de refugio. La alambrada rodeaba el total del perímetro y separaba dos áreas dentro de la misma posición.
Llanos del Fraile.
En los Llanos del Fraile se han documentado toda una trama de trincheras que cercan el perímetro y que acercaban a los soldados a numerosos pozos de tirador y puestos de observación, tiro y escucha, además de dos nidos de ametralladora que cubrían los dos extremos de la línea de vanguardia. La zona más protegida se destinó a un refugio contra artillería con dos entradas y aún puesto de mando que dispone de dos espacios separados. Para completar la defensa se instalaron dos alambradas qué cubrían los dos barrancos ubicados a cada lado de la colina.